La medicina integrativa es un concepto de medicina que entiende al paciente como un ser individual único y, por tanto, considera que partiendo de dicha individualidad, cada paciente ha de ser evaluado y tratado también de forma diferente, basándose en la necesidad de examinar a cada persona de forma global, yendo más allá de las especialidades concretas en las que se pueda adscribir su patología.
Desde este punto de vista, la medicina integrativa aplica a cada paciente una combinación de técnicas y tratamientos médicos que van más allá de la medicina tradicional. Hablamos siempre de prácticas que actúan como complemento a un tratamiento convencional, avaladas científicamente y que se consideran propias de la ciencia y de la profesión médica, ya que se ha demostrado su eficacia con evidencias científicas.
Entre estos tratamientos alternativos complementarios adquieren especial protagonismo áreas como la nutrición, la psicología, la fisioterapia o, incluso, el yoga o la meditación. Normalmente, se trata de técnicas naturales menos invasivas y que están orientadas no solo a curar, sino también a prevenir. El objetivo final de este tipo de medicina es poner a disposición de cada persona todos aquellos elementos que puedan ayudar a su curación o mejorar su estado de salud.
En este marco, todo el proceso debe ser evaluado, canalizado y controlado por un médico internista que debe realizar una primera exploración para determinar las necesidades del paciente y buscar una combinación de tratamientos que puedan resultar efectivos para tratar su dolencia, siempre como complemento de esa medicina tradicional. Tras esa primera exploración, el médico debe supervisar en todo momento el tratamiento, pudiendo hacer las modificaciones que considere oportunas conforme a la evolución del paciente.